La expresión “dolor fantasma” fue acuñada por el neurólogo estadounidense Silas Weir Mitchell en 1871. Hace referencia a sentir dolor o incomodidad en una parte del cuerpo que ya no está presente (por ejemplo, tras una amputación). Se estima que la mayoría de los amputados (aproximadamente el 80%) experimentan sensaciones fantasma en algún momento de sus vidas, aunque poco se sabe sobre su origen. Los científicos solían asumir que los dolores eran “psicológicos”, pero hoy en día los expertos reconocen que son sensaciones reales producidas, de alguna manera, por la médula espinal y el cerebro.
Algunos teóricos atribuían el origen del dolor fantasma a una neurona (un tumor benigno, o a veces maligno, en el tejido fibroso que rodea un nervio), formado por terminaciones nerviosas dañadas en la zona amputada; se creía que las neuronas generaban impulsos eléctricos anormales ( las respuestas eléctricas de los nervios variaban y enviaban mensajes que no deberían). Sin embargo, muchos investigadores creen ahora que el dolor no se origina en el lugar de la amputación, sino que es la respuesta a señales contradictorias del cerebro. Tras una intervención de ese tipo, ciertas zonas de la médula espinal y del cerebro pierden el input del miembro perdido, pero el cerebro se ajusta a esa pérdida de formas impredecibles. Eso puede desencadenar el mensaje más básico del cuerpo cuando algo no va bien: dolor.
A veces el cerebro es capaz de reasignar esos circuitos sensoriales del cuerpo relacionados con el miembro amputado a una parte del cuerpo totalmente diferente (sorprendentemente, a menudo a la cara). En otras palabras, dado que la zona amputada ya no puede recibir input sensorial, la información se remite a otra parte: de un brazo perdido, a una mejilla todavía presente, por ejemplo. Así, al tocarse la mejilla, es como si también se tocase el brazo perdido. Como esto es, de nuevo, otro mensaje contradictorio, el resultado puede ser sentir dolor.
(Dra Sandi Mann. La Biblia de la Psicología. Tú, este libro y la ciencia de la mente. Ediciones Gaia. Madrid. 2016)